A algunos les habrá parecido tan divertido bloquear la formación de un Gobierno estable en España, que no han tenido reparos en llevar al país a una prórroga. Como si del sistema electoral francés se tratara, pero con grandes cambios, España acude a una segunda vuelta de las elecciones después de una primera toma de contacto fatídica para el bien común de la nación.
En las elecciones del 20 de diciembre sacamos una conclusión; los españoles votaron que nuestros políticos llegaran a un consenso para gobernar el país. Desgraciadamente, muchos de ellos no captaron el mensaje y decidieron cerrarse en banda, bloqueando toda intención de la lista más votada para formar gobierno. Mientras unos pactaban sillones y convertían el Congreso de los Diputados en un circo, otros intentaban llevar a cabo el deseo de más de 7 millones de votantes. Mientras unos se veían tentados por el diablo, otros buscaban la sensatez y acudían a la razón. Mientras unos criticaban toda gestión del anterior Gobierno, otros se apoyaban en los datos económicos que comienzan a sacar de la crisis a nuestro país.
Y así, señores, llegamos al día de hoy, con las Cortes disueltas y con fecha para unas segundas elecciones (con costes muy elevados, por cierto). A pocos días de cerrarse el periodo de tiempo para presentar coaliciones, ya tenemos la primera y más nociva para el interés común de la nación; Podemos e Izquierda Unida. Después de no entenderse con otros partidos, Podemos prueba suerte con el refundado Partido Comunista de España con el objetivo de formar un Gobierno de izquierdas similar al que nos llevó a la ruina en 1936.
Finalmente, y con aires de precampaña, los partidos políticos en Cataluña se preparan para reunir fuerzas después de cuatro elecciones en un año. Todo son declaraciones de intenciones para reducir el gasto de estas elecciones, aunque algunos parecen no estar mucho por la labor. Lo cierto es que los ciudadanos ya están cansados de tanto teatro, y su máximo deseo para estas elecciones es la formación (de una vez por todas) de un Ejecutivo que se dedique a gobernar el país y luche por los intereses de los ciudadanos, en vez de bloquear, oponerse y vender humo.
El 26 de junio todo cambiará si queremos que cambie, ya que el cambio somos nosotros.
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