Hace un tiempo estuve hablando con un profesor de sociología acerca de la inmigración en España. Yo le expliqué que, actualmente, la inmigración que sufrimos en nuestro país nos está produciendo efectos nefastos en muchos niveles. Él se limitaba a negarme mis argumentos con datos, un tanto subjetivos cabe decir. Defendía que gracias a los inmigrantes el PIB español aumentó entre los años 1997 y 2007, y que los extranjeros no acceden ni a una décima parte de nuestros servicios sociales. Pero, ¿realmente es así?
Primeramente me gustaría destacar que actualmente en España residen 4.676.022 inmigrantes, siendo España un país de 46 millones de habitantes aproximadamente. Estos datos, aportados por el Instituto Nacional de Estadística, aproximadamente un 13% de nuestra población.
En relación al primer argumento que el profesor me dio, he de decir que es cierto, el PIB aumentó entre 1997 y 2007, pero no fue gracias, sino por culpa de los inmigrantes. Sí, leen bien, he puesto “por culpa” ya que el PIB aumentó pero los salarios bajaron a causa de la introducción de inmigrantes al mercado laboral (el 30% de trabajadores en la construcción eran extranjeros). De esta manera, la inmigración ha provocado el abaratamiento del ciclo productivo en la economía tradicional española porque hace innecesaria la modernización y el I+D ya que las empresas consiguen los mismos beneficios con salarios más bajos. Con otras palabras, se prefiere contratar a un inmigrante (incluso irregular) porque se le puede pagar menos, antes que contratar a un español..
Al segundo argumento me ceñí a la realidad, no tanto a los datos subjetivos que puedan aportar unas ideologías u otras. ¿Es cierto que los inmigrantes no acceden ni a una décima parte de los servicios sociales españoles? Parece ser que la realidad es distinta, y lo podemos comprobar sobre todo con la inmigración ilegal. Muchos inmigrantes irregulares disfrutan de los pilares de nuestro Estado del Bienestar como son sanidad, educación o vivienda. Como todos sabemos, estos pilares se sostienen con la contribución, en forma de impuestos, de todos los ciudadanos residentes en España. Pero, ¿por qué los ilegalesdisfrutan de estos servicios sin pagar nada? ¿Quién les paga todo esto? Pues bien, somos nosotros quien lo hacemos, quien les mantenemos mientras ellos se aprovechan de las ayudas sociales para obtener un trabajo, situar a sus hijos en un centro educativo (en unas listas de acceso donde sus nombres y apellidos están por encima de los de algunos españoles), etc. Estos inmigrantes son los mismos que se aprovechan de la buena voluntad y solidaridad de Cáritas para hacer su “compra” del mes mientras les compran a sus hijos unos iPhones y ropa de marca que lucen con todo orgullo.
Dicho todo esto, la contestación del sociólogo fue: “pero eso ahora está cambiando, como estamos en crisis muchos inmigrantes abandonan nuestro país y los datos reflejan que es así, que el número de inmigrantes residentes en España ha disminuido”. De nuevo el profesor acierta y se queda corto con sus argumentos. Ciertamente, el número de inmigrantes ha disminuido en estos últimos años y se debe a la emigración de éstos (muchos de ellos regulares, así que se sigue manteniendo el número de irregulares). Cabe destacar también que si se ha visto reducido este número ha sido por que muchos de estos extranjeros han obtenido la nacionalidad española y ya no son contados como inmigrantes.
Como hemos visto, la inmigración ilegal no conlleva cosas buenas, y qué mejor que la realidad (y no los datos subjetivos de un profesor influenciado por una ideología) para demostrarlo.
Para acabar me gustaría comentar tres de las consecuencias que estamos sufriendo los españoles con la inmigración ilegal masiva y que muchas personas prefieren esconder. Hablo de consecuencias culturales, que conllevan a un choque de culturas (sobre todo entre la nuestra y la musulmana) dada la no adaptación de dichos extranjeros, provocando en algunos casos la perdida progresiva de nuestra cultura tradicional. Otra de las consecuencias es la del ámbito penitenciario. El 60% de los encarcelados en España en la última década son extranjeros, según el 20 minutos, haciendo que su mantenimiento corra de nuestra cuenta.
Y finalmente las consecuencias lingüísticas, sobre todo en Cataluña, donde los inmigrantes musulmanes o rumanos presentan dificultades para aprender tanto el castellano como el catalán, haciendo que en la escuela se les evalúe de distinta manera que al resto de alumnos (no se les tiene en cuenta faltas de ortografía, por ejemplo).
Defiendo una inmigración legal, integrada y controlada. El «papeles para todos» nunca será la solución la solución a la inmigración ilegal. Poner condiciones para acceder a las ayudas sociales no es racismo, no es xenofobia, ni es falta de solidaridad, es simple gestión. Creo que lo más justo para el inmigrante que ha venido con sus papeles en orden es no permitir que se le meta en el mismo paquete que los que han venido sólo para aprovecharse de nuestro sistema, que tanto nos cuesta mantener.
Permítanme un consejo, cuidado con los datos que les aportan, es más conveniente hacer un análisis crítico. La realidad no es tan compleja como la quieren pintar algunos.
Artículo de opinión. Daniel Castillero
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